domingo, 12 de septiembre de 2010

La mejor herencia


Bajo las sombras del Parque Forestal se encuentra un pequeño puesto de golosinas frente a unos juegos para niños.  Los comestibles están a cargo de una señora de estatura baja y tez morena, las marcas en su rostro muestran que el paso de los años se ha hecho presente en ella.  Cristina Silva Cambia de 54 años, ya  es todo un personaje en el barrio y a pesar de mostrarse entusiasta al hablar, sus ojos denotan cansancio de un despertar en la mañana.

Entorno personal.

¿Desde cuándo conoce el Parque Forestal?

- Yo conozco este barrio desde que tengo memoria,   tengo recuerdos desde los cuatro años mas menos cuando mi mamá me traía a jugar al parque mientras ella trabaja aquí.

¿Cuál era el trabajo que realizaba su mamá en el Parque? 

- Mi mamá atendía este mismo puesto en el  que ahora trabajo yo. Desde chica me traía con ella para que la acompañara.  Cuando tenía 15 años dejé el colegió  y decidí ayudar a mi mamá, desde ese tiempo yo me encargaba de cobrar en los baños que están aquí en el parque. Luego mi mamá fue dejando el puesto porque se estaba poniendo vieja y cuando falleció yo me encargué de seguir en este puesto.

¿Se sintió obligada después de la muerte de su madre a seguir con el negocio?

- No, de ninguna manera. Mi mamá fue una mujer muy trabajadora que me sacó adelante junto con mi papá, y cada día vi como ella se levantaba temprano para venir al parque y atender a la gente. Le encantaba su trabajo porque el ambiente que se respiraba acá era muy tranquilo y lindo, entonces cuando murió me llené de las mismas ganas que yo veía en  mi mamá de seguir el negocio, no me sentí obligada además el barrio me encanta.

¿Le gustaría que algún integrante de su familia siga con el puesto que le heredó su mamá?

- No, no me gustaría. Es una vida muy sacrificada sobretodo para mi que siempre fui madre soltera. Mis hijos, un niño de 12 años y la mayor de 23 años que tiene tres hijos,  han visto como yo sola  los he sacado adelante,  y si bien nunca nos ha faltado nada siempre les quise ofrecer algo más. Mi hijo menor a  veces me viene a ayudar  y se encarga desde chico de dar los vueltos, yo creo que por eso me salió tan bueno para las matemáticas, quiero que aproveche ese talento y sea alguien más que una persona que da vueltos en un negocio. Y mi hija mayor trabaja en una peluquería así que por lo menos ya tiene una fuente de trabajo distinta, aunque igual la ayudo con mis nietos.



Barrio

Usted ha sido testigo  con su vida de los cambios del barrio, ¿Cómo ha evolucionado este?

- El barrio ha cambiado demasiado en los años. Han querido transformar el parque pero no han sabido cómo, antes era más lindo, había más actividades, ahora sacaron muchas cosas del parque para mejorarlo, pero no les ha resultado. Cada vez viene menos gente, aunque igual los fines de semana se llena. Lo único bueno de ahora es que ya no se ven tantos delincuentes en el sector.

¿Le tocó ser víctima de la delincuencia que usted  menciona?

- No gracias a Dios nunca me hicieron nada. Desde hace dos años que no se ven ladrones acá, ahora hay guardias y carabineros que vigilan a la gente. Pero antes habían puros ladrones por acá, por ejemplo a veces había una pareja sentada en la banca y yo miraba cómo los cogoteaban pero me hacía la lesa y disimuladamente le decía a los carabineros qué personas estaban robando. Yo les decía los cabros buenos para no decir los cabros malos, igual a mí nunca me molestaron porque me veían aquí todos los días con mi mamá, pero tengo que saber quiénes son para cuidarme y cuidar a la gente.

¿Ahora se siente más segura trabajando en el parque?

- Sí, pero creo que el hecho de que se comenzara a vigilar tanto en el parque, hizo que perdiera diversidad. Antes el parque se llenaba de los niños de negro, poquemones, lesbianas, gays y otras jóvenes en general que me compraban y me hacían compañía en las tardes. Eran niños muy respetuosos y conversaban 
       mucho conmigo.

¿Frente a tanta diversidad entonces usted se mostraba tolerante?

- Yo creo que sí soy tolerante, aunque a veces me impactaban las actitudes de algunos jóvenes. Yo conocí a niñas que realmente eran lesbianas, nacieron así, pero habían otras que tenían problemas en la casa, tenían padrastros, les pegaban. Cuando venía la televisión los perjudicaba a todos, echaron a varios niños de su casa por ser gays.

¿Recuerda algún caso en especial? 

- Yo siempre me acuerdo de un niño que se llamaba Andrés  pero él me decía que le dijera Andrea. El venía al baño, se vestía, se peinaba y maquillaba, era más bonita que una  mujer. Ella o el, tenía muchas ganas de decirle a sus abuelos que era travesti, pero la familia era de plata y no la iban a aceptar, cuando yo la atendía en el baño, creí que era mujer. Los demás niños le decían: entremos los dos al baño, y ella les contestaba: es que no me gusta que me vean la vagina. Estos jóvenes son como cualquier otro y conmigo fueron muy amables.

En el caso de que  su hijo por ejemplo mostrara alguna preferencia sexual distinta, ¿Lo aceptaría?

- Dios quiera que nunca uno de mis hijos salga así, pero yo lo aceptaría, no lo rechazaría.

Mientras conversábamos, dos niños que jugaban cerca del negocio se acercaron  y compraron un dulce. “Son $50”, dice Cristina amablemente. Luego una mujer alta se acerca a ella la saluda cariñosamente, dejando en evidencia que entre ellas existía un lazo de amistad. Cristina con una sonrisa me dice: “¿Ve? acá en el parque nunca estoy sola, siempre estoy rodeada de niños o de personas que ya me conocen por mi trabajo y se han convertido en mis amigos. Este puesto es la  mejor herencia que mi madre me dejó.
 
                                                                                                











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